9.6.17

la supremacía de Marvel


MUJER MARAVILLA
data: http://www.imdb.com/title/tt0451279

Esperábamos la escena final, detrás de los títulos, escena que nunca llegó. Nos levantamos de la butaca, rumiando bronca y pensando que DC no es Marvel (¡vaya novedad!). Tomen ese pequeño detalle final como un símbolo de lo que no son las películas de DC, de su falta de espíritu juguetón. Hay que dejarlo en claro: “Mujer Maravilla” es una buena película de acción, con sólidas escenas, una gran protagonista, un guion correcto y un mensaje claro. Pero el resultado final no nos conmueve como otras películas de superhéroes que llegaron a la pantalla. ¿Por qué? Es finalidad de esta crítica reflexionar sobre el tema.

De los héroes de DC Comics que llegaron a la pantalla grande, el que mejor funciona es Batman. No creo que sea casualidad. Héroes como Superman o Mujer Maravilla tienen tantos poderes que es difícil generar tensión dramática. Necesitamos un supervillano tan fantástico como el héroe para que nos inquietemos por la amenaza que el protagonista debe enfrentar. No es así con Batman. Batman es un humano. Es un ser débil. Batman es un fruto del ingenio y del valor. Batman es un producto de la noche, un héroe que lucha con la oscuridad en su interior. Y ésa es la clave de porque funcionan los héroes de Marvel: porque las criaturas creadas por Stan Lee tienen una rica dimensión psicológica. Su epopeya es superar sus falencias: una misión que iguala a superhéroes con espectadores.



Cuando comparamos la tesis de “Mujer Maravilla” con la de, por ejemplo, “Capitán América: Civil War” (http://libretachatarra.blogspot.com.ar/2016/05/quien-vigila-los-vigiladores.html) notamos que hay una brecha muy alta entre ambas historias. Lo que “Mujer Maravilla” sostiene es un mensaje positivo (“Se trata de lo que uno cree. Y yo creo en el amor” como resume la protagonista cerca del final) pero menos potente que la discusión de seguridad en la sociedad actual de la citada película de los Vengadores (“¿Quién nos cuida de los vigiladores?”). En términos dramáticos, lo que DC empieza a pensar, Marvel ya lo dejó atrás hace varias etapas.

La crítica se ha desvivido por “Mujer Maravilla” pensando en términos políticamente correctos: es una película con una mujer como protagonista dirigida por otra mujer. OK, es valioso. Pero la corrección política no hace buena una película. La historia, sí. Y cuando nos concentramos en la historia, lo que cuenta “Mujer Maravilla” no va a hacer ninguna diferencia cuando salgamos del cine.

 

Gal Gadot, la israelí que encarna (nunca mejor dicho) a la Mujer Maravilla, da plenamente con el personaje. Llena la pantalla (literalmente), tiene sus buenos momentos dramáticos y no desentona. Chris Pine la acompaña con estilo. Nos quedamos con más ganas de Robin Wright. “Mujer Maravilla” tiene una pluralidad de villanos (y uno inesperado): se pasan la posta de la maldad, sin terminar de darle una vuelta de tuerca a sus personajes. El personaje de Elena Anaya, la maléfica Dra. Maru, nos dio la sensación de que daba para un cachito más. Quedó picando la idea de una mujer con su cara arruinada, extorsionada sentimentalmente por un general nazi (buen trabajo de Danny Huston), capaz de un genocidio para satisfacer al hombre que la halaga. Podía haber tenido más peso en la historia. Y, tal vez, ahí sí como apunte en la agenda de género: contraponer la relación de Diana y Steve (en la que ella lleva la batuta y no se deja mandar) con la simbiótica y tóxica unión entre Ludendorff y Maru.

Los secundarios con toque humorístico (los mercenarios reclutados para la misión cuasisuicida) son uno de los puntos flojos de la trama: no mueven el amperímetro.

En síntesis: un buen inicio para la saga de la “Mujer Maravilla”, correcto, sin grandes alardes.

Mañana, las mejores frases.

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